Amo la poesía, la literatura en sí, leo porque es mi modo de viajar y nutrir mi intelecto y mi espíritu; porque cuando se lee no es solo un libro el que leemos sino el compendio de sabiduría resumida de todas las lecturas de su autor. Escribo porque es una terapia personal, una forma de retratar en palabras lo que del mundo mis ojos ven. Instantáneas del corazón, urgencias de la emoción. Hablo por aquellos que callan, mis labios se abren por aquellos que se cierran. En tinta o al sonar de un teclado, en un papel o a través de una pantalla, la palabra no dejara nunca de aparecer. La inspiración no está en peligro de extinción ni los escritores, (acaso los lectores) pero nunca como ahora ha habido tantos medios para intentar llegar a ellos. Y en su búsqueda va mi poesía, esa que no quiere quedarse encerrada en un cuaderno ni admite ser archivo secreto del corazón, sino quiere volar y ser leída. En mi brevedad y en mi lenguaje sin laberintos te dejo el propósito de mi quehacer literario: Hallar un lector, tesoro preciado del escritor.
ISABEL MIRANDA DE ROBLES
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